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Goierri, el corazón de Euskadi

Goierri


El corazón de Euskadi


Arquitectura popular, bosques de hayas y cocina de la buena son algunas de las razones para adentrarse en las comarcas del Goierri y Gorbeialdea



El Goierri, en plena Guipúzcoa, tiene las tripas de hierro. Y ello debido a la industria que desde hace décadas se asienta en el fondo del valle como si se tratara de un animal resoplando. CAF e Irizar son las principales macrofábricas relacionadas con el material ferroviario y de transportes que lo alimentan –y, de paso, lo contaminan–, contribuyendo a crear la proverbial riqueza de la región. Las fábricas se ubican mayoritariamente en Beasaín, Ordizia y Ormaiztegi. Algunas son ultramodernas; otras, no exentas de cierto atractivo, pasarán pronto a formar parte de la arqueología industrial del siglo XX.

Pero no todo son humos. La comarca es cuna de personajes tan relevantes como el general Zumalacárregui, oriundo de Ormaiztegui y protagonista de numerosas gestas durante la primera guerra carlista; el gran antropólogo José Miguel Barandiaran, padre espiritual de Julio Caro Baroja y natural de Ataun, y los antepasados de Goya, nacidos en un caserío de Zeraín.

Basta por lo demás alejarse un poco del lecho del valle para darse de bruces con la vida natural y el verde en estado bruto. También con ciudades y poblaciones llenas de belleza atávica.

Una de ellas es Ordizia. Allí, además de disfrutar del casco histórico con casas blasonadas y un cine racionalista de líneas limpias, se puede acudir cada miércoles al mercado que tiene lugar en la plaza Mayor y se celebra desde el siglo XI, lleno de los productos y de la calidez de los baserritarras, o campesinos de tez encendida por el vigor. Y ya abierto el apetito, tomar un hamaiketako, o tentempié, en el bar Martínez y probar su insuperable revuelto de sisas (unas setas de pastizal), o unas brochetas de langostino y rape regadas con sidra o con txakolí. En Idiazabal, más célebre por su queso de oveja latxa que por otros méritos, se encuentra una de las portadas románicas de transición más singulares que se puedan contemplar. Pertenece a la iglesia de San Miguel Arcángel y muestra una ornamentación de reminiscencias orientales, primas hermanas del prerrománico asturiano. Pero, si lo que se busca es la llamada del agro, Zeraín, a pocos kilómetros, alberga un notable conjunto etnográfico. El núcleo, cuidado con esmero propio de un restaurador de muebles, acoge una bolera tradicional cubierta, un interesante museo etnográfico y una tienda con productos del país (¿qué tal unas alubias de Tolosa, una morcilla de Ataun, o un queso de Idiazabal?).

Entre sus edificios destaca el palacio de Jáuregui, un perfecto ejemplo de las casas-torres defensivas señoriales, que fueron desmochadas durante el siglo XV por Enrique IV de Castilla para contrarrestar el creciente poder de los nobles Gamboinos y Oñacinos, que se estaban despellejando entre sí. Los caseríos muestran junto a la puerta una eguzkilore, o flor de girasol, asociada a menudo con una cruz, para contrarrestar el poder de los espíritus maléficos que, a juzgar por la abundancia de talismanes, por aquí se prodigan.

De gran valor etnográfico es también la serrería hidráulica de Larraondo, no muy lejos. Construida en el siglo XIX, cuesta imaginar qué clase de mente fue capaz de idear tan complejo mecanismo, en el que además de dos sierras, la corriente de agua impulsa un torno, un taladro, esmeriles, una piedra de afilar y hasta una fragua que aún funcionan. Beasaín muestra otro conjunto similar, si bien todavía en vías de restauración, junto al palacio de Igartza, otra casa-torre desmochada, pero siguiendo, esta vez, el modelo renacentista de distribución en torno a un patio.

Segura merece punto y aparte. Se trata de una villa medieval mandada construir por Alfonso X en el siglo XIII, junto con Tolosa y Ordizia, marcando una línea defensiva a lo largo de la frontera entre la Corona de Navarra y la de Castilla, de la que Guipúzcoa formaba entonces parte. Mantiene la clásica estructura en forma de almendra y tres de las cinco puertas que llegó a tener cuando estaba amurallada. Esta localidad, de apenas 1.300 habitantes, contiene una asombrosa concentración de estilos arquitectónicos, muestra de que, lejos de la endogamia que a menudo se le ha atribuido, el País Vasco fue un mundo abierto a las influencias culturales más diversas.

Preside la población la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, una espectacular muestra del gótico vasco, que se distingue, entre otras cosas, por tener tres naves de igual altura y sin arbotantes. El retablo es una joya del barroco rococó, con personajes de bulto entero tallados por el escultor Salvador Carmona, de la escuela de Valladolid. Notable resulta también el palacio Gevara, datado entre los siglos XV y XVI y sometido recientemente a una brillante restauración. Entre sus paredes se respiran la madera, el moho, el peso de los siglos y las intrigas.

Carpintería mudéjar


También en esta edificación se combinan elementos tan curiosos como unas pequeñas ventanas góticas dobles, o los mocárabes y canecillos de la carpintería, de claro estilo mudéjar. Y luego está la Casa de Arrue, renacentista, y cuya última planta ¡oh, sorpresa! está formada por una galería de arcos de medio punto, propia del mudéjar aragonés. Un apasionante paseo por los estilos arquitectónicos el de esta villa famosa por sus sobrecogedoras procesiones de Semana Santa.

Y queda la naturaleza, poderosa, envolvente de relieves calcáreos y de humedad sombría. Y también algo oprimente por el verdor casi negro de los pinos radiata de repoblación, que sustituyeron el original bosque de hoja caduca. “Otras montañas eran redondas, verdes, oscuras, como las olas del interior del mar”, decía Pío Baroja de estas tierras. Aquí, leyendas como la de la diosa Mari, que se aparece en forma de bola de fuego por Murumendi, y la bruja Matripetralin de Ataun contribuyen a acrecentar aún más el desasosiego del paisaje, confundiéndose con la realidad. Agustín Linazasoro, un sociólogo y psicólogo de la zona nada sospechoso de irracionalidad, asegura haber visto a Mari arremolinándose en su propia habitación. Claro que, aquella noche, había cenado unas setas no del todo identificadas.

No muy lejos de Ataun queda el parque natural de Aralar. Un auténtico pulmón; una ventana abierta a la biodiversidad. Con 10.956 hectáreas de superficie, está compuesto en gran parte de un hayedo tupido como un tejido vegetal, que acoge a las últimas martas, zorros y gatos monteses, y pobladores del cielo como alimoches, águilas calzadas, chovas de graznido estridente y hasta algún esquivo pito negro. Por él pululan también personajes humanos como José Ramón Agirre, un sensato y afamado montañero que se conoce el lugar al dedillo y preconiza la conservación y la libertad.

El queso del millón


Durante la primera semana de septiembre, en la localidad guipuzcoana de Ordizia se celebra una peculiar subasta. El objeto de las pujas –que alcanzan sumas a veces de 6.000 €- es el queso ganador del concurso de catas de Idiazábal, elaborado en el País Vasco y Navarra con leche cruda de ovejas de raza latxa.

A la sombra del pico Gorbeia


La región de Gorbeialdea está repartida entre Vizcaya y Álava, a la sombra del mítico pico Gorbeia. Las laderas, sobre todo en la parte alavesa, respiran a través de sus anchos prados y sus espesas manchas de vegetación de hoja caduca, formando un paisaje sereno, en contraposición a las atormentadas montañas guipuzcoanas. Con sus más de 20.000 hectáreas, el parque natural de Gorbeia es una belleza.

En la cumbre dominan formaciones calcáreas de origen cárstico, con su dramática morfología en forma de sesos, tobas, corales y esponjas minerales. “Tendiendo la vista lejos se veía un laberinto de montañas, como si fueran olas inmensas de un mar solidificado”, describía el escritor navarro Pío Baroja. La sobreexplotación de los recursos naturales se aprecia en los abundantes pies de hayas desmochadas, cuya madera se empleaba en el pasado para la obtención de carbón, la principal actividad junto con el pastoreo y la industria ferrona. Pero también se conservan hayedos intactos como el de Altube, y bellos ejemplares de tejos milenarios, robles albar y pedunculados, serbales, alisos y fresnos.

En las riberas de los ríos se ven mirlos acuáticos tirándose de cabeza en busca de larvas de insecto, y crecen jugosos helechos Osmonda regalis, una reliquia del terciario. Las charcas son el reino de los tritones alpinos y las ranas patilargas, pero, sin duda, el divo del parque es el ciervo, reintroducido a mediados del siglo XX y al que se puede oír berrear cada otoño midiendo con sus rivales. También miden aquí sus fuerzas los deportistas rurales. Pabi Astondoa, de Zeanuri, es una institución. Pura exuberancia y brazos de acero. Aún es capaz de mostrar sus habilidades en la tronza con hacha, la corta de hierba con guadaña, el levantamiento de yunque y la sokatira, tirando de la cuerda solo o en equipo.


GUÍA PRÁCTICA




CÓMO IR


Para alcanzar la comarca de El Goierri se toma la N-I desde San Sebastián. Las distancias entre Ormaiztegi, Beasaín y Ordizia, que discurren en el fondo del valle, apenas superan los seis kilómetros. De ahí parten vías locales que conducen monte arriba hacia Gaintza, Ataun, Segura y Zeraín, a unos 10 kilómetros de la carretera principal. Al parque natural de Gorbeia, en Guipúzcoa, se llega desde allí por la autopista E-70, en dirección Bilbao, tomando un desvío en Amorabieta hacia Vitoria. También por la E-05 en dirección Vitoria y, desde allí, por la N-240, que conduce a Bilbao.


DORMIR


ONDARRE BASERRIA (943 80 16 64). Segura, s/n. Segura. Acogedora casa rural. Trato amable.

DOÑA LOLA (945 43 72 24). Las Escuelas, 2. Izarra. Agradable hotelito rural.

HOTEL ZEZILIONEA (943 88 58 29). Plaza de Herriko, s/n. Olaberria. Habitaciones amplias y confortables.

CASA DEL PATRÓN (945 46 25 28). San Martín, 2. Murguía. Cómodo y céntrico.

COMER


MARTÍNEZ (943 88 06 41). Santa María, 10, Ordizia. Restaurante-bar para comer sentado o a base de suculentas raciones.

SIDRERÍA URBITARTE (943 18 01 19). Ataun. Muy buena sidra y carne roja.

KUKO (943 88 28 93). Plaza de Berjaldegi, s/n. Ormaiztegi. Deliciosa cocina con productos regionales puestos al día.

ARTZAI-ENEA (943 16 31 16). Barrio Erauskin. Beasaín. Estupenda cocina con toques de innovación.

RUBIORENA (943 88 57 60). Zaldizurreta, 7. Beasaín. Platos tradicionales.

IZA (946 61 00 03). Gorbea, 7. Orozko. Excelente cocina tradicional.

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