El Pozu San Luis, en La Nueva, con el edificio principal y el castillete de bajada a la mina.
Asturias, paisaje oxidado
Una nueva ruta en el Principado. La cuenca del Nalón renace de sus ruinas industriales y recupera una herencia peculiar
La minería ha dejado una profundísima huella en la cuenca asturiana del Nalón. En los concejos de Langreo y San Martín del Rey Aurelio asoman restos industriales que hablan de la gloria de un pasado cercano y de la decadencia del presente, en el que el turismo se alza como alternativa. La clave: arqueología industrial. “Las huellas de la revolución industrial han dejado de ser una rémora para convertirse en bienes culturales”, dice el economista de Hunosa Miguel Álvarez-Areces. Las fábricas, minas y lavaderos que dieron trabajo a los habitantes de la zona atraen hoy a los viajeros. Ya no hay humo y el río Nalón corre limpio. Se ven castilletes por los que aún bajan mineros y en los bares se charla con paisanos que pasaron media vida bajo tierra.
La Felguera
En la ruta que une La Felguera con El Entrego se alza el Museo de la Minería y de la Industria, el Mumi. Son seis kilómetros que pueden recorrerse a pie o en coche. Empezamos en la estación de Feve de La Felguera, cuna de este pasado industrial. El ferrocarril que une Gijón y esta comarca de Langreo es la tercera línea más antigua de España y fue desde sus inicios, en 1855, eminentemente carbonera. Su instalación supuso, según el escritor Armando Palacio Valdés, “el fin del paraíso y la llegada del infierno”. Con él, la cuenca se convirtió en lugar estratégico para la industria siderometalúrgica. Así lo vio el riojano Pedro Duro, impulsor de la Sociedad Metalúrgica Duro y Compañía, que en 1875 ya era la más importante de España. Funcionó hasta 1980 y sus instalaciones, por aquel año ya propiedad de Ensidesa, ocuparon 150.000 metros cuadrados.
Desde la estación de la Feve hasta las instalaciones de la Duro hay cinco minutos a pie. La gran fábrica ha sido hoy reconvertida en “Ciudad Industrial Valnalón”, empresa para la promoción de nuevas actividades. El recinto de Valnalón está siempre abierto y en su interior se conservan tres refrigerantes de ladrillo que semejan caprichosas chimeneas. En una esquina, tres locomotoras, entre ellas la Pedro Duro I, construida en 1895, y una grúa de ferrocarril de principios de siglo, reliquia conocida como la Leona. Quedan también las fachadas de las viejas oficinas de ladrillo, que recuerdan las construcciones industriales británicas y alemanas. Y es que en Asturias el capital industrial y muchos ingenieros eran extranjeros, de ahí el curioso estilo arquitectónico. Esta influencia se aprecia también en barrios obreros como el Urquijo, entre Valnalón y la Feve. Sus edificios de grandes buhardillas evocan el estilo alsaciano y las fachadas contrastan con las construcciones de posguerra que rodean el barrio.
El pozu Fondón y ciaño
Seguimos rumbo a Sama. Se cruza el Nalón por el puente de hierro y surge el castillete del Pozu Fondón, cerrado en 1995 y hoy reconvertido en Archivo Histórico de la Minería de Hunosa. En su interior se pueden visitar las oficinas, la sala de máquinas, la antigua forja y la casa de aseos. Cerca del Fondón está el lavadero de carbón de Modesta, frente a la estación de Renfe. Es una de las más notables instalaciones de Hunosa: un entramado gigante de hierros y conductos. Si la visita se hace entre semana, cuando el lavadero trabaja, se escucha el estruendo feroz de la maquinaria.
La carretera nos lleva a Ciaño. Al llegar al parque conviene desviarse hacia La Nueva, localidad situada en el valle de Samuño y donde se encuentra el Pozu San Luis, el más interesante de la ruta, con un edificio de 1930 de tres cuerpos de ladrillo y zinc. De inspiración modernista, tiene grandes cristaleras y fachadas que acaban en escalón. El pozo no funciona, aunque sí su mantenimiento (si no se conservasen los pasadizos subterráneos, el suelo se hundiría; las entrañas de la cuenca son un laberinto de túneles que unen las minas entre sí).
También en Ciaño está el Pozu María Luisa, uno de los más trágicos (en 1949 murieron 17 mineros en una explosión). Su historia se siente en canciones populares como la que dice: “En el Pozu María Luisa murieron cuatro mineros, trailaralará…”. El pozo sigue activo con 790 trabajadores. Sólo se puede entrar con permiso especial, pero merece la pena ver desde fuera su castillete y las oficinas de ladrillo de los años veinte.
Museo Minero
Ya en el concejo de San Martín del Rey Aurelio, poco antes de El Entrego, se ve el castillete del Pozu San Vicente, único ejemplo en la región de mina gestionada por los trabajadores. Frente a San Vicente está el Museo de la Minería (Mumi). Conserva parte de la maquinaria original de las minas y hace un recorrido detallado por la historia de la minería. No faltan reproducciones de enfermerías y vestuarios mineros, pero lo mejor es la posibilidad de bajar a la mina. Un ascensor lleva a los visitantes a las entrañas de la tierra, donde se recorren las galerías internas sin peligro de derrumbamientos o escapes de grisú. El Mumi es ante todo un lugar seguro que ayuda a comprender la esencia de este trabajo. Es respetado por los propios mineros, como reconoce Roberto Santín, ya jubilado: “Es una buena reproducción de lo que nos encontramos ahí abajo”. Tras la visita al museo se puede seguir hasta Sotrondio para observar de cerca los dos castilletes del Pozu del Sotón, recientemente rehabilitado. Esta puede ser la última parada de este recorrido turístico por la memoria de los asturianos del Nalón.
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